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jueves, 28 de julio de 2011

Amy Winehouse.

Cada día que pasa, siento que vuelves a irte, otra vez, sin despedidas, callada, y con muchas cosas por hacer...
Y repentinamente soy consciente de que no podías morir, si ni siquiera habías vivido.
Gracias por tu música.
AngelineClyde

jueves, 14 de julio de 2011

CAPÍTULO 2. ÉL.

Caminaba por la acera despacio, mi paso era firme y evitaba cuanto podía desviarme del camino, pues me daba la sensación de ir haciendo eses. A pesar de todo, me importaba lo que pensara la gente, algo incomprensible para una persona como yo, solitaria e independiente. Pero así era , no podía evitar molestarme cuando oía comentarios sobre mí, aunque estos fueran buenos, en tal caso la vergüenza acababa conmigo.

Hacía un mes que no le veía, pero no puede evitar sonreir cuando vi que le pasba lo mismo que me pasó a mi. Eran aproximadamente las 11 de la mañana, yo me dirigía a casa y el seguía corriendo. Me acerqué a él y le ofrecí agua. Ahora, nunca salía a correr sin ella. Había aprendido de él sin apenas conocerle.
-          ¿Quieres un poco? – pregunté risueña.
-          Supongo que me debes el favor – rió el también. – Gracias –
Me dirigía hacia el camino que iba a mi casa, cuando escuché que alguien me guitaba desde lo lejos.
-          ¡Espera!
Permanecí quieta y esperé a que se acercara a mí. Observé la agilidad con la que se movía hacia mi. Con una mueca en la cara inquirió:
-          Aún no me has dicho como te llamas.
-          Angeline – intenté no sonar grosera pero realmente tenía ganas de llegar a casa.
-          ¡Oh! Encantado. Yo soy Edmund, pero puedes llamarme Ed. ¿Puedo llamarte Angy?
-          Así es como me llaman mis amigos.
-          Bueno, eres la desconocida chica con la que me he estado encontrando durante estos meses.
-          Hacía un mes que no te veía.
-          Bueno, he estado algo ocupado. Y últimamente no me apetece mucho ir a correr.
-          Normal, ¡En las horas que vas! Deberías probar a venir por la mañana, muy temprano. No hace tanto sol.
-          ¿Es un invitación? – sonrió.
-          Tómatelo como quieras… ¿Te vienes o no?
-          Vale, me pondré el despertador.
-     A las 8 te espero aquí. ¡De la mañana!
Seguí mi camino hasta casa y por fin llegué. Mi madre estaba demasiado ocupada convirtiendo oxigeno en dióxido de carbono, así que decidí hacer yo la comida. Pasaba gran parte de mi tiempo mirando recetas en internet, experimentando, probando nuevos platos. Mi madre siempre me decía que hiciera otras cosas, que no limpiara en casa, que no hiciera la comida ni la compra, que no tendiera, y que no pusiera la lavadora, que esas eran cosas que los adolescentes no hacían. No me importa mamá, enserio. Le repetía yo siempre. De todas maneras, si no lo hiciera yo, ella tampoco lo haría, y por otra parte, podía gastar mi tiempo en hacer algo. No podía estar parada ni un segundo. No podía darle a mi cerebro una oportunidad para pensar.